Boletín de la Academia Costarricense de la Lengua - tercera época

La alta ventana de la poesía

Año XVI, n.o 2. 2021    págs. 51--54
Artículo de: Gabriel Vargas Acuña

LA ALTA VENTANA DE LA POESÍA

(Sobre la poesía de Julieta Dobles Yzaguirre)1

Hacia 1964, una joven estudiante de Educación encontró en la prensa una invitación a participar en un grupo de poesía recientemente creado. Ella, que tenía alguna obra inédita, apenas la había mostrado a su madre, maestra de primaria y amante de poesía modernista. Se trataba de un encuentro con el Círculo de Poetas Costarricenses, continuación josefina de un grupo originado en la distante Turrialba, que ya incorporaba a muchas jóvenes promesas de ese género en el país. Le tocó a esa generación llevar a cabo una necesaria transición entre la poesía de vanguardia —europeizante—y una poesía nueva que se entendía más acorde con los tiempos. En la historia de la literatura de Costa Rica, esa promoción en que se involucró Julieta Dobles se la denomina «del 60» o «primera generación de la posvanguardia».

Ella ha declarado que la modalidad de taller literario, con la rigurosa valoración y crítica de los compañeros, le resultó muy provechosa por lo que al año siguiente ya tenía su primer libro: Reloj de siempre, breve pero luminoso y pulcro. Y así continúa hasta este 2021 en que ha publicado, casi siempre pasando por el taller literario, dieciséis títulos de poesía, distribuidos con regularidad. Esa obra le ha deparado numerosos galardones, entre ellos el Premio Nacional «Aquileo J. Echeverría»en cinco ocasiones; en 1981 un accésit al Premio Adonáis en España. Asimismo, ha recibido altas distinciones culturales, entre ellas su incorporación a la Academia Costarricense de la Lengua (2006) y el Premio «Magón» de Cultura (2013), el principal galardón que otorga en Estado costarricense a sus ciudadanos.

Quisiera referirme a la obra de nuestra estimada autora. Lo haré proponiendo una visión general de sus libros, y de sus rasgos distintivos, para concluir con un análisis, también sumario, de su último libro publicado (La alta ventana de los años, 2020), el más representativo de su particular poética. Para una adecuada valoración, la obra de Dobles se puede considerar como articulada en tres momentos que van marcando su identidad como autora:

Poemas de la búsqueda (1965-1980). Incluye sus primeros tres libros: Reloj de siempre (1965), El peso vivo (1968) y Los pasos terrestres (1976). Son poemas de indagación existencial sobre la persona y la sociedad. Se manifiesta el rasgo de unidad temática, como condición de los libros de la autora. «Amo las cosas simples:/ las palabras trenzadas / sobre el silencio nítido» («Dios simple»).

Poemas de la nostalgia (1982-1997): Hora de lejanías (1982), Los delitos de Pandora (1987), Una viajera demasiado azul (1990), Amar en Jerusalén (1992), Casas de la memoria (2003). Poemas de viajes, de luchas, de familia, marcados por la nostalgia que congela imágenes, valioso material poético. Aparece un rasgo que se manifestará de aquí en adelante en la obra de la autora: la coexistencia del poema con el relato (más bien la breve anécdota o la crónica). «Ah los locos poetas/ que atesoramos sueños, /amores, hijos, vidas / y poemas, como decir milagros» («Rarezas del amor»).

Poemas de la celebración (1997-2020): Costa Rica poema a poema (1997), Poemas para arrepentidos (2003), Fuera de álbum (2005), Cartas a Camila (2007), Hojas furtivas (2007), Trampas al tiempo (2014), Poemas del esplendor (2016), Desde la alta ventana de los años (2020). Se trata de poemas expresados desde una perspectiva eufórica, en la que se representa con fruición el deleite ante la creación y la obra humana, aunque con un componente de solidaridad social. Se manifiesta más claramente un rasgo distintivo de la obra de Julieta: la claridad conceptual. «Somos un resplandor. /una bandera de luz/ contra la nada» («Himno terrestre»).

Un libro fuera de tendencia

En una reseña sobre Julieta Dobles debe considerarse obra que, si no es estrictamente poética, es relevante para comprender su poesía. En 2015 publica Envejecer cantando, «tratado» sobre vida saludable, principalmente en la vejez. Es obra en la que se manifiesta tanto la formación científica de su autora, en ciencias biológicas y exactas, como su inseparable poesía, ya que muchos poemas de sus libros (principalmente Trampas al tiempo) se incorporan directamente al sugerente texto educativo. Tomar nota acerca de la poeta educadora y estudiosa de los fenómenos naturales nos acerca aún más a su poesía.

Un libro de plenitud: La alta ventana de los años

El último libro que ha publicado es representativo de los rasgos más sobresalientes de su obra poética. La unidad temática, la coexistencia de relato y poema, la claridad conceptual, sustentan estructuralmente un mensaje optimista y solidario sobre el ser humano en el mundo. Consiste en una colección de treinta y cinco poemas, distribuidos en tres secciones: «Peldaños del gozo», «Peldaños del amor» y «Peldaños de la compasión». Por la organización del libro, dotada de introducción, de secciones y de una estudiada secuencia, percibimos a una hablante cuidadosa y detallista que se propone dejar un mensaje claro. «En este poemario —dice la autora— pretendo poetizar la visión del gozo, del amor y de la compasión, tres temas esenciales desde la vejez bien asumida» (Dobles 2020, xii). Dada la especificidad temática, no se puede presumir que poemas ya creados fueron clasificados según sección sino que el libro fue escrito siguiendo un plan. Cada poema tiende a ser una breve crónica llena de imágenes, de la cual se deriva una reflexión que concluye en un juicio sumario. «Estoy aquí / como un diminuto punto de conciencia / en el fragor del mundo, / que amanece» (Dobles 2020, 7).

La secuencia gozo-amor-compasión corresponde a la secuencia yo-tú-nosotros. El gozo se refiere al yo en su capacidad de apreciar y celebrar el mundo y sus prodigios: «Estoy aquí por unos años más /asomándome al prodigio que se repite diariamente» (Dobles 2020, 6); el amor, por su parte, se relaciona con el tú que propicia el deleite: «Tu pecho me recibe hospitalario / y en él me siento niña» (Dobles 2020, 43); mientras que la compasión, tiene que ver con el nosotros, sumidos en la desesperanza o elevados en la lucha: «Nuestra estirpe y nuestra certera compasión, hoy nos invaden, contagiosas» (Dobles 2020, 68). En realidad, el tú y el yo son euforia; pero el nosotros antepone una disforia sólo alentada por la lucha y la solidaridad.

Estamos ante un texto que puede leerse como una obra didáctica. La expresión poesía didáctica parecería paradójica porque se ha creído que el verso está restringido a la expresión íntima y subjetiva. El chileno Neruda escribió en su última etapa poemas didácticos que llamó odas, con el fin de enseñar sobre el mundo lo que él captaba con su sensibilidad y su cultura. Los poemas de este libro pueden considerarse odas. Mediante estas, la autora nos hace partícipes de su valiosa experiencia de vida y de su cultura científica y en ciencia social. Estas odas son, por una parte, celebración del mundo natural y humano y, por otro, un llamado a la solidaridad y al compromiso con los otros: «Comienzo a compartir este poema / en donde vida y muerte se apuntalan, / se crecen y se apagan. / Y adivino los vínculos/ entre todos los seres, /los instintos, los mundos» (Dobles 2020, 85).

Al concluir la lectura de La alta ventana de los años, sentimos que nos asomamos a la alta ventana de la poesía de Julieta Dobles.

1 Estas páginas las leyó su autor en Granada, Nicaragua, el 25 de junio de 2020, como presentación de la obra de la escritora.